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Cómo manejar el Karma (2)

“¿Qué vamos a hacer con el karma? No tiene sentido pretender que el karma no se ha convertido en un problema para el buddhismo contemporáneo. Si somos honrados con nosotros mismos, la mayoría no estamos muy seguros acerca de cómo entenderlo. Junto con su gemelo, el renacimiento, el karma siempre ha sido una enseñanza buddhista fundamental, pero no sabemos -literalmente- cómo debe interpretarse. A menudo se ha considerado el karma como una “ley moral” del universo, impersonal y determinista, con un cálculo preciso de causa y efecto comparable a las leyes de la física de Newton.  Pero este entendimiento puede conducir a los buddhistas modernos a un caso agudo de “disonancia cognitiva”, pues la causalidad física sobre el mundo descubierta por la ciencia moderna no parece permitir un mecanismo de este tipo.”

“Existen al menos otros dos problemas con la forma tradicional en que se ha venido entendiendo el karma.  Uno de ellos son sus desafortunadas implicaciones para muchas sociedades buddhistas asiáticas, donde se ha ido desarrollando una contraproducente brecha entre el Sangha y el laicado.  Aunque el Canon Pali deja muy claro que los laicos también pueden realizar la liberación, la principal responsabilidad espiritual de los laicos buddhistas, tal y como se comprende popularmente en la actualidad, no es seguir el camino ellos mismos sino mantener al monacato.  De este modo, los laicos, tanto hombres como mujeres, obtienen punna, “mérito”,  un concepto que convierte el karma en un objeto de consumo. Al acumular mérito esperan obtener un renacimiento favorable,  que a algunos les ofrecerá la oportunidad de ser bhikkhus o bhikkunis en la próxima ocasión. Pero más a menudo se considera que montones de mérito implican renacer en el seno de una familia rica o acertar la lotería en esta vida. Este enfoque convierte el buddhismo en una forma de “materialismo espiritual”, porque las enseñanzas buddhistas se están utilizando para obtener recompensas materiales.”

“Otra enseñanza buddhista básica es la impermanencia, que en este contexto nos recuerda que las doctrinas hinduistas y buddhistas acerca del karma y el renacimiento cuentan con una historia, que ha evolucionado con el tiempo. Las primeras enseñanzas brahmánicas tendían a entender el karma mecánica y ritualistamente. Realizar un sacrificio de la manera adecuada provoca de forma invariable las consecuencias deseadas.  Si estas consecuencias no se manifestaban, era porque o bien  se había cometido un error en el procedimiento, o bien los efectos causales se habían retrasado, tal vez hasta la siguiente vida (implicando la reencarnación). La revolución espiritual del Buddha transformó este enfoque ritualista de conseguir lo que se quiere obtener de la vida en un principio moral al concentrarse en ceta, “motivaciones, intenciones”. Cetana es la clave para comprender porqué convirtió el karma en ética. “

“Para comprender la innovación del Buddha resulta útil distinguir los tres aspectos de un acto moral: los resultados que busco; la regla moral que sigo (por ejemplo, un precepto buddhista o un mandamiento cristiano; también los procedimientos rituales), y mi actitud mental o motivación cuando hago algo. Aunque estos aspectos no pueden separarse entre sí, ponemos el énfasis en uno más que en otros, de hecho, eso es lo que solemos hacer.  No es ninguna casualidad que en la moderna filosofía moral existan también tres tipos principales de teorías: Las teorías utilitaristas se concentran en las consecuencias; las teorías deontológicas se concentran en principios generales como los Diez Mandamientos; y las teorías virtuosas se concentran en el carácter y los motivos propios.”

“El término sánscrito original karma (kamma en pali) significa literlmente “acción”, mientras que vipaka es el resultado kármico de la acción (también denominado su phala, “fruto”). Tal y como todo ello sugiere, la cuestión importante aquí es que nuestras acciones tienen consecuencias y, más en concreto, que nuestras acciones moralmente relevantes tienen consecuencias moralmente relevantes que van más allá de sus efectos inmediatos. En las formas más populares de su entendimiento, la ley del karma y del renacimiento es una manera de intentar comprender cómo nos tratará el mundo en el futuro, que a su vez implica, de manera más inmediata, que debemos aceptar nuestra responsabilidad en todo lo que nos sucede ahora, como una consecuencia de algo de debimos hacer antes. “Si nací ciego, bueno, debe ser por mi culpa” Esa forma de pensar esta equivocada en el significado revolucionario de la reinterpretación de Buddha. “

“El karma puede comprenderse mejor como la llave del desarrollo espiritual: como puede transformarse nuestra situación vital al transformar las motivaciones de nuestras acciones ahora mismo. Cuando añadimos las enseñanzas buddhistas acerca del sin sí-mismo- en terminos modernos, la sensación del sí-mismo es un constructo mental-, vemos que el karma no es algo que tenga el sí-mismo, sino que es la sensación del sí-mismo, y lo que es la sensación del sí-mismo es lo que cambia según las elecciones conscientes de cada uno. “YO” me (re)construyo a mí mismo a partir de lo que “YO” hago intencionadamente, por que “mi” sensación del sí-mismo es un precipitado de los patrones habituales de pensamiento, sensación y acción.  Igual que mi cuerpo está compuesto de los alimentos consumidos, también mi carácter esta compuesto de elecciones consciente, pues “YO” estoy construido por mis actitudes mentales repetidas y consistentes. La gente es “castigada” o “recompensada” no por lo que han hecho, sino por lo que han devenido, y lo que hacemos intencionalmente es lo que nos convierte en lo que somos.”

“Lo que hago esta motivado por lo que pienso. Las acciones intencionadas, repetidas una y otra vez, se convierten en hábitos. Los patrones habituales de pensamiento, sensación, acción y reacción construyen, constituyen y componen mi sensación del sí-mismo: el tipo de persona que soy. El tipo de persona que soy no determina por completo lo que me sucede, pero afecta en grado sumo lo que sucede y como respondo ante ello.   La confesión y el arrepentimiento también son nuestra manera de admitir, tanto a los demás como a nosotros mismos, que nos esforzamos en no permitir que algo que hemos hecho o devenido (o seguimos siendo) se convierta en una tendencia habitual que forme parte de nuestra sensación del sí-mismo.”

“Cuando cambia tu mente, también cambia el mundo. Y cuando respondemos de forma distinta al mundo, el mundo también nos responde de manera diferente.”

“La gente no sólo se da cuenta de lo que hacemos , sino que se da cuente de por qué lo hacemos.”

Cuanto más me motiva la codicia, la animadversión y el engaño o la ignorancia, más debo manipular al mundo para obtener lo que deseo , y en consecuencia más alienado me siento y más alienados se sienten los demás cuando se dan cuenta de que han sido manipulados. Esta mutua desconfianza anima a ambas partes a manipular más. Por otro lado, cuanto más motivadas por la generosidad, la benevolencia y la sabiduría acerca de la interdependencia estan mis acciones, más puedo relajarme y abrirme al mundo. Cuanto más me siento formando parte del mundo y genuinamente conectado con los demás, menos inclinado me sentiré a utilizarlos y por ello más inclinados se sentirán ellos a confiar y abrirse a mí.”

“Esta comprensión más naturalistas del karma no significa que debamos necesariamente excluir otras posibilidades tal vez más misteriosas, que tienen que ver con las consecuencias de nuestras motivaciones para el mundo en el que vivimos.  Puede muy bien que existan otros aspectos de causa y efecto kármicos que no puedan comprenderse con tanta facilidad. En cualquier caso, lo que esta claro es que el karma utilizado “para transformar mi situación vital transformando mis motivaciones ahora mismo” no es una doctrina fatalista. Más bien al contrario: resulta difícil imaginar una enseñanza espiritual mas capacitadora. No se nos dice que aceptemos pasivamente las circunstancias problemáticas de nuestra vida.  En lugar de ello, se nos anima a mejorar nuestras vidas espirituales y situaciones mundanas tratando esas circunstancias con generosidad, benevolencia y sabiduría no dual.”

Libro: Dinero, Sexo, Guerra y Kama; Cómo manejar el karma; David Loy.

 

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